Funcionalismo o Horror vacui

n el mundo del diseño, existe una tensión constante entre dos enfoques: el diseño funcional, que prioriza la utilidad y la eficiencia, y el diseño ornamentario, que busca destacar la estética y la belleza visual. Ambos tienen defensores apasionados y críticos acérrimos, pero ¿cuál debería ser el objetivo principal del diseño? A continuación, se presentan los argumentos a favor de cada postura para reflexionar sobre esta dualidad.


A favor del diseño funcional: «Menos es más»
El diseño funcional se basa en la idea de que el propósito principal del diseño es resolver problemas de manera eficiente y práctica. Su enfoque está en la usabilidad, la ergonomía y la simplicidad, eliminando elementos innecesarios que puedan distraer o complicar su uso. La máxima «la forma sigue a la función», popularizada por arquitectos como Louis Sullivan, resume esta filosofía: el diseño debe adaptarse a su propósito.

Un ejemplo claro de esta postura son los diseños minimalistas en tecnología, como los productos de Apple, donde cada elemento está cuidadosamente pensado para mejorar la experiencia del usuario. Los defensores del diseño funcional argumentan que agregar ornamentación innecesaria no solo distrae del propósito principal, sino que también puede generar costos adicionales y reducir la eficiencia del producto o espacio diseñado.

A favor del diseño ornamentario: «La belleza importa»
Por otro lado, el diseño ornamentario celebra la estética y el detalle como parte esencial de la experiencia humana. Más allá de la funcionalidad, las personas buscan conexiones emocionales y sensoriales con los objetos y espacios que los rodean. Los defensores de este enfoque sostienen que los detalles ornamentales no son un lujo, sino una forma de enriquecer el entorno y transmitir mensajes culturales, históricos o artísticos.

Un ejemplo icónico es el movimiento Art Nouveau, conocido por sus formas complejas y decorativas. Los diseños ornamentales no solo embellecen, sino que también comunican identidad y carácter, lo cual es clave en disciplinas como la moda, la arquitectura y el diseño gráfico. Para sus defensores, un diseño sin ornamentación puede resultar frío, impersonal y carente de alma.


El punto medio: ¿Diseños funcionalmente bellos?
Aunque estas posturas parecen opuestas, algunos sostienen que la verdadera esencia del buen diseño está en el equilibrio. Un objeto o espacio puede ser funcional y a la vez estéticamente agradable. Diseñadores como Dieter Rams han demostrado que la funcionalidad no tiene por qué estar reñida con la belleza. Por ejemplo, una silla puede ser cómoda y ergonómica, pero al mismo tiempo tener un diseño visualmente atractivo que enriquezca el espacio donde se encuentra.


La gran pregunta:
¿Es el propósito principal del diseño satisfacer necesidades prácticas o emocionales, o es posible que ambos enfoques convivan sin comprometerse mutuamente? ¿Qué priorizarías tú: la funcionalidad o la ornamentación?

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