¿Soy Realmente un Buen Diseñador? Una Reflexión Personal
En algún punto de mi carrera, me hice una pregunta inquietante: ¿Soy realmente un buen diseñador? Es una duda que, seguramente, muchos de los que nos dedicamos al diseño hemos enfrentado en algún momento. La subjetividad del diseño y la constante exposición a las críticas pueden alimentar esta incertidumbre. Reflexionar sobre ello no solo me ayudó a entender mi posición como diseñador, sino también a crecer y redefinir mi camino profesional.
Al principio, la duda surgía al compararme con otros. Miraba los trabajos de diseñadores que admiraba y pensaba: «¿Cómo logran crear algo tan impactante?» Sentía que mis proyectos carecían de la originalidad, la estética o el impacto que veía en otras obras. Incluso cuando recibía elogios por mis diseños, la inseguridad seguía latente. ¿Estaban siendo honestos o solo amables?
Con el tiempo, me di cuenta de que el diseño no se mide solo por su belleza o impacto inmediato, sino también por su propósito y funcionalidad. Comencé a analizar el impacto real de mis proyectos: ¿ayudaban a resolver un problema? ¿Comunicaban lo que debían comunicar? ¿Cumplían con los objetivos para los que fueron creados? Al centrarme en estas preguntas, entendí que ser un buen diseñador no siempre significa ser el más innovador, sino ser efectivo y consciente del contexto en el que trabajas.
Además, aprendí que la autoevaluación es fundamental, pero también peligrosa si no está bien orientada. Por eso, empecé a pedir feedback de manera activa. Escuchar a otros —clientes, colegas o incluso usuarios finales— me ayudó a identificar fortalezas que había pasado por alto y debilidades en las que necesitaba trabajar. Aprendí que ser buen diseñador no es una meta fija, sino un proceso constante de aprendizaje, adaptación y mejora.
Hoy sigo preguntándome si soy un buen diseñador, pero ahora lo veo como algo positivo. Es esa misma duda la que me impulsa a salir de mi zona de confort, a aprender nuevas técnicas y a buscar inspiración en lugares inesperados. Porque, al final, quizá ser un buen diseñador no significa tener todas las respuestas, sino estar dispuesto a hacer las preguntas correctas.
Y tú, si te preguntas lo mismo, ¿qué te hace sentir que estás en el camino correcto?